31.10.09

Mire 15 minutos una película y duerma.
Usted quiere escapar. Usted quiere evitarlo y en el fondo no, en el fondo hace todo lo posible para mirar una película 15 minutos, con mucha suerte 15 minutos, sin suerte 10, pero no son los minutos los que importan. Importa que usted antes de acostarse pone la película, prende el televisor, la computadora, el proyector, el artefacto y pone la película, cuidadosamente dedica centenares de segundos a poner la película. Y usted sabe, vamos sea honesto, usted sabe.
Usted odia lo que le pasa, eso es sincero. Usted no puede soportar que una y otra vez le suceda el mismo contratiempo, y usted se quede dormido mirando la película después de no más de 15 minutos. Para ser justos, ni siquiera mirando la película, porque apenas hayan pasado 2 minutos usted ya no está mirando la película. No, usted mira imágenes inconexas, tal vez incluso incoherentes. Usted no mira una película sino que mira un sueño, pero está despierto, todavía está despierto. Es desesperante, comprendo, se que es desesperante. Pero diga la verdad, usted se queja pero lo disfruta. Usted sabe que nunca va a terminar de ver la película, usted se miente cuando se dice que hay una posibilidad de quedarse despierto, de mirar al menos media película, o al menos media hora.
Usted no quiere escapar, usted quiere mirar la película 15 minutos y dormir. No le importa si hace tres meses no es capaz de terminar de ver una película, si ni siquiera quiere mirar la película. Usted quiere sólo un preámbulo, dígalo, escríbalo, no tenga vergüenza. No es un pecado mirar 15 minutos una película y dormir.

(Usted sabe, uno se pierde. Uno lee demasiado algunas cosas y se pierde en lo que escribe el que escribe esas cosas. Uno intenta escribir como el que escribe esas cosas, pero uno no intenta escribir como el que escribe esas cosas, solamente que para uno es de repente la única manera posible de escribir, hasta que después se acuerda de que existían otras, hasta que en el camino se da cuenta de que es posible que no esté escribiendo como el que escribe esas cosas, se da cuenta de que es posible que para uno sea obvio pero que los demás apenas lo noten. Uno lo aclara, uno dice que no quiere robar ni plagiar ni mentir, uno dice eso y sabe que es una mentira, uno lo sabe, si uno siempre roba, plagia y miente. Pero uno es más fuerte que uno, uno se justifica y aclara que sabe lo que esta haciendo y no le parece deshonesto. Pero esto ya es otra historia).

13.10.09

Cuando me olvidaba del problema, de esos problemas que eran tantos pero eran uno solo, al menos por estar juntos, al menos por viajar en la misma valija en el mismo tren, cuando me olvidaba y el día estaba soleado, salía a caminar sobre el colchón nublado del cielo, que no existía ese día de sol, ese día en que las nubes eran pura ausencia.
Era una caminata lenta, quizás ni siquiera fuera una caminata, quizás fuera más parecido a estar inmóvil, infinitamente inmóvil, balanceándose como un animal que sueña.
Cruzaba las calles del centro como saltando piedras en la orilla del río. Despojada de preguntas, desvestida de redes y enredos, comprendía que todos los lugares eran un mismo lugar cortado en mil pedazos, descuartizado por un tiempo irregular que no era ni círculo ni línea.
Corría a veces, corría porque era tarde o más bien porque quería verme, aceleraba los pasos para llegar más lejos o más cerca, más lejos y más cerca.
Yo esos días siempre estaba ahí esperándome, en el mismo banco en la misma plaza, sosteniendo esa valija de ese tren. Estaba esperándome para que cuando llegue corriendo no me olvide, para decirme que la oscuridad más oscura era la que había conocido al sol.