Yo te aseguro que intento escuchar las palabras que escondés abajo de la lengua. Vos sabés que tarde o temprano esos sustantivos y esos verbos van a mezclarse con tu saliva, y quieras o no, te los vas a tragar. El problema soy yo, que voy a estar obligada a buscar letras azules en el chocolate derretido de un submarino. La T se me va a clavar en la panza, inevitablemente se me va a clavar en la panza, y voy a terminar vomitando vocales que en realidad prefería guardarme. Es una lástima, pero la culpa va a ser tuya. Te voy a decir una A gigante, que no vas a poder ignorar. Una A casi animal, y ni vos ni yo vamos a saber si es una A de placer, de miedo o de alguna sensación sin nombre.