25.6.12


Mi cuerpo imita
el movimiento incompleto
de una bala perdida.

Mi trayectoria es de azar.

El estómago del mundo
quemará con llamas negras
las paredes que nos protegen.

Detengo el agua en mi garganta.
Insectos ansiosos e informes
esperan la señal final.

9.6.12

Las uñas despintadas
lavan la ropa ahogada
en el balde azul del vecino.
Esfuman el humo,
deshacen apresuradas
el ovillo de lana.

El instinto adormecido
y la nieve fantasía
son el cotillón
de una fiesta impensable
en la montaña,
en la mente,
en el inicio.

Esta costumbre de detenerse en todas las cosas.

No hay drogas
ni música ni amigos,
sólo un rostro desconocido,
un hombre viejo y dulce
de imaginación imprecisa,
un hijo de libros impuros.

Ojos grises profundos
detienen en mí
sus pupilas sin disculpas,
sin cariño,
y sin embargo
mirarlos
es entrar a mi casa en invierno.

Esta obsesión por escapar de la unidimensión.