18.6.09

Descubrí una imagen dormida, desperté esa imagen de sueño. Ni adentro ni afuera de la mente, memoria del olvido. No cerré ni abrí los ojos para mirarla, era imposible de mirar. Se olía, se escuchaba.
Era la foto de un lugar idéntico a mí, la emoción condensada, el espacio sin ocupar. Era sonido de una guitarra maquillada, una canción vestida de imagen, que dolía profunda y encantaba enferma como la dulzura de la sangre.
La imagen me comprendía, me contenía, pero yo pensaba, horrible negación, pensaba que ella no existía, que era ilusión o fantasía, que ella no existía pero después creía que era pura existencia, después la perdía en el abismo que se abre entre el instinto y la gente.