3.9.12


Llueve en la orilla del mar. El viento es agua, la arena es agua, los perros negros que me escoltan son agua. La luz del faro no enciende e intuyo barcos que naufragan en lo oscuro. Todavía hay luz y lo que explica esta quietud no puede decirse con palabras. Tengo guardada la humedad de los siglos. Vos, allá, también sos una casa vieja.

Ni el demonio podría encender hoy una llama en este abismo.

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