16.9.08

Estabas escuchando la misma canción que habías escuchado todo el día. Yo acababa de llegar pero te conocía. Te mirabas en el espejo y te sentías prisionero. Ese cuerpo era de otra persona, ese cuerpo había sido abandonado, sin carne, sólo lleno de huesos y de dolores.
Estabas tomando el mismo mate que habías tomado todo el día. Te mirabas en el espejo con la boca en la bombilla, con la certeza de que el mundo estaría a punto de estallar, viendo no tu cara sino la lava quemando la espalda de la humanidad.
Te pregunté como estabas y me dijiste que bien, pero siempre me decías que bien, aunque los fantasmas del pasado te estuvieran devorando las manos. Me preguntaste cómo estaba yo, y yo te dije que bien, pero siempre te decía que bien. Vos sabías que mentía, que siempre te mentía. Pero ese día te mentía más, y eso no lo sabías.
Ese día yo sabía que si no te ibas vos me iba a ir yo. El mundo era horrible, yo sabía. Vos también lo sabías y por eso no me servías, y como yo sabía yo tampoco te servía a vos.
Los dos sabíamos. El mundo era horrible y el amor no era más que un parche. Necesitabas una mujer que no lo supiera, para creer por lo menos por unas horas que habías encontrado la solución, y que podías ser feliz de una vez y para siempre. Una mujer que creyera en dios, en los astros o en la revolución. Porque si algo era cierto, era que lo nuestro ya no funcionaba.
Nunca me enojé, era parte del trato. No soy necia y creo que fue lo mejor para los dos. Todavía me acuerdo de vos, y te sigo queriendo, pero fue lo mejor para los dos.
Yo todavía lloro todas las noches. A veces mi llanto no dura más de cinco minutos, es un llanto de costumbre y no de dolor. Pero otras veces lloro hasta que amanece, pienso en vos sabiendo que lloraría lo mismo si estuvieras durmiendo al lado mío. Lloro por las mismas cosas que antes, y por cosas nuevas, lloro porque sigo llorando por las mismas cosas que antes, y porque encima lloro por cosas nuevas.
Cuando hace frío te extraño, pero no te preocupes, te extraño sólo porque sé que estás lejos y porque sé que allá también hace frío.
Estabas triste el día que te fuiste. Me dijiste que estabas bien pero me di cuenta de que estabas triste. Otros días estabas triste y no me daba cuenta, pero ese día estabas más triste. Supongo que era porque me querías, porque en el fondo éramos dos nenes enamorados que no estaban tan seguros de que el mundo fuera un lugar horrible ni de que el amor fuera no más que un parche.
Estabas vestido de negro y de gris, adentro y afuera. Te acordabas de las promesas que rompimos y de las que nunca hicimos. Te acordabas de los domingos, te acordabas de mi cabeza apoyada en tu pecho, y de tus pies y de mis pies.
Estabas sufriendo en silencio. Estabas más lejos, más ausente. Estabas perdido como siempre estuviste perdido, como siempre estuve perdida, pero ya no me querías encontrar. Yo tampoco quería encontrarte, pero igual te buscaba.
Estabas acá ese día, y ahora ya no estás pero los dos sabemos que no cambia nada. Ahora mi vida es igual que antes pero sin vos. Y te escribo sólo para que sepas que yo también me di cuenta de que teníamos razón, de que iba a ser igual porque cuando estábamos juntos estábamos solos.

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